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TRAMA empezó a nacer en 2011, como una serie de ideas sin forma. De ese tejido de ideas se desprendió el largometraje Escenas de una fiesta rota (escrita y dirigida por Jada Sirkin, estrenada en 2017). En 2017, después de años de esperar su momento, el proyecto TRAMA se activó cuando Jada participó de Resonancias, una residencia para artistas en Umepay, Córdoba, Argentina, organizada por Mercedes Miró y Constanza Soria. De vuelta en Buenos Aires, Jada armó un grupo de investigación y escritura con Mauricio Sandoval Ron, Sara Jiménez Molina, Marcos Wem Wertheimer y Joy Podlischevsky. En 2018 se integraron Dama David y Jazmín Ruffo. El grupo, a partir de investigaciones personales y juegos colectivos, desarrolló una serie de guiones para lo que podrían ser los primeros episodios de la serie. En abril de 2019 se rodó un primer episodio. El rodaje fue declarado un fracaso, y el fracaso trajo novedades liberadoras. Dama David se sumó a la dirección y producción con Jada Sirkin. El grupo mutó. Los guiones mutaron. Comenzaron los ensayos. En julio de 2019 Jada y Dama viajaron a Estados Unidos y Canadá, donde se grabaron, ahora sí, lo que serían los primeros episodios de la serie. En septiembre de ese año comenzaron los rodajes en Buenos Aires; y en febrero de 2020 en Pucón, Chile.
Nos gusta pensar que TRAMA tiene su inteligencia y toma sus propias decisiones. Todos los “fracasos” (han sido muchos) terminan revelándose, más que como finales, como giros que potencian la investigación. Pensamos la ficción como laboratorio para encontrarnos con lo que no puede fingirse. Como dijera Eugenio Barba, fingir para dejar de fingir. A la vez que estamos creando la serie como producto, como obra, estamos investigando el proceso creativo. El laboratorio no sucede sólo dentro del círculo de la ficción, de hecho la ficción es en gran medida informada por lo que pasa en el viaje de crearla.
El eje de nuestra investigación ficcional está en el modo de pensar el drama, la narración, la sensibilidad de los personajes y sus encuentros (las escenas), y lo que venimos llamando dinámica lucha-escucha (o el drama y la trama). Partimos de una observación de las tendencias narrativas (lo que se ve generalmente en las películas, en las series y en la ficción literaria) y de la observación de las tendencias en nuestras vidas cotidianas (cómo vivimos, cómo pensamos, cómo sentimos, cómo nos vinculamos). Observamos que el ser humano (en sus ficciones y en sus realidades) viene teniendo un modo más bien dramático de relacionarse con la experiencia.
¿A qué nos referimos con drama? Pensamos el drama como el despliegue de las reacciones inconscientes de la personalidad, el mundo vivido desde la organización del yo, que se resiste a percibirse parte de una trama más amplia. El drama es pensado como la lucha entre un yo y un mundo, del que se percibe separado. La hipótesis es que luchamos para no escucharnos, porque escucharnos implica poner en cuestión nuestras identidades y nuestros refugios emocionales y mentales. Escucharnos implica reconocer que el crecimiento no es solo personal y humano, sino también colectivo y terrestre. El drama personal como parte de una trama inteligente.
Condicionados por la biología, la cultura y la historia personal, los seres humanos reaccionamos. ¿Qué es reaccionar? Proponemos pensar la reacción como una respuesta condicionada por los guiones de nuestro inconsciente individual y colectivo. Pensamos que el ser humano vive, en gran medida, de modo reactivo; es decir, como títere de sus propias identidades, construcciones, mitologías y proyecciones.
Nuestras vidas, y nuestras historias de ficción, se apoyan, sobre todo, en esa manera de funcionar, que a su vez se apoya en una percepción moral, binaria o polarizada de la experiencia. Las cosas que nos pasan, pensamos que son o bien buenas o malas. Y las historias nos llevan, invariablemente, a mejorar o empeorar.
Narración clásica: en la vida estable de un personaje, algo produce un desequilibrio y el conflicto debe ser resuelto. El bien lucha contra el mal, la felicidad se opone a la desdicha, uno gana y otro pierde, triunfar se opone a fracasar, los malos son terribles y los buenos solo quieren luz.
Esta simplificación es la reina de la ficción (y de la realidad, tan entrelazada con nuestras ficciones). Simplificamos para resolver, para sentirnos a salvo, para sobrevivir. Tenemos una adicción a los finales y a las resoluciones porque nos aterra habitar la incertidumbre, lo abierto. Narramos para definir qué es bueno y qué es malo, narramos para mapear la complejidad de la experiencia y sentir que pisamos tierra firme.
Podemos pensar que, en gran medida, contamos historias para sentirnos a salvo.
Desde hace miles de años que nos contamos las mismas historias, y de las mismas maneras. Nuestras historias y nuestras maneras de narrar se apoyan en lo que llamamos conflicto. Un eje de nuestra investigación es la pregunta por el conflicto: si el conflicto es la necesidad de resolver una tensión, ¿podemos experimentar la tensión sin necesidad de resolverla?
¿Podemos conversar y convivir sin necesidad de caer en la lucha de razones y en la necesidad de vencer al oponente o de ponernos de acuerdo? ¿Podemos registrar y habitar las diferencias sin necesidad de eliminarlas? ¿Qué pasa cuando, a la hora de encontrarnos, damos espacio a la diferencia? ¿Podemos desarrollar una sensibilidad que nos permita sostener percepciones contradictorias a la vez? ¿Podemos jugar con lo que somos y con lo que nos pasa?
Toda esta complejidad encarna en una búsqueda muy simple. Nos interesa proponer una mirada inocente que se enfoca en lo vivo de cada imagen, cada gesto, cada encuentro. Nos interesa ver seres humanos vivos, descubriendo la vida, re-descubriéndose en la danza interactiva vincular. Más que transmitir ideas, nos interesa crear contextos para la reflexión, la contemplación, la ternura y el asombro.
Queremos agradecer especialmente a Camila Torres, Sharon Cohen Goldfrid, Denisse Bustos, Sol Bordigoni, José Ratti, Mizu Desierto, Kelly Nesbitt, Lolo Haha, Stephanie Lankton, Wem Wertheimer, Magalí Aldabe, Lehúm Sbarra, Adrián Gleizer, Sara Jimenez Molina, Mauricio Sandoval Ron, Joy Podlischevsky, Felipe David, Klaudia Burgos, Mercedes Miró, Constanza Soria, RESONANCIAS Residencia de arte.
También agradecemos a las personas que colaboraron con la campaña de crowdfunding, que hicieron posible que el proyecto se llegue a estrenar. Gracias:
Felipe David, Klaudia Burgos, Hugo Sirkin, Mirta Prigoshin, Enrique Bhome, Anita Strappa, María Betania Mundarin, Malena Morandi, Rodrigo David, Ivana Morello, Kelly Nesbitt, Yaara Valley, Lolo Haha, María Graciela Gómez, Flor Ringeling, Nica Rivas, Tite Ares, Marina Bailo, Flor Buzzo, Paula Almada, Melissa Piccioli, Paloma Zamorano, Florencia Trias, Paulina Leighton
Por último agradecemos enormemente al Fondo Nacional de las Artes (FNArtes, Argentina), que nos dio una beca de creación (2021), con la que pudimos cubrir gastos importantes.
¡Y a todas las personas que de una y otra manera colaboraron con la TRAMA!
Dirección y producción general: Jada Sirkin & Dama David
Diseño y programación web: Martín Sobel
Diseño de logos: Josefina Bustillo
Prensa y difusión: Valeria Trejo, Julieta Gottlieb y Maya Kerschen.
RETICULAR Films
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Titular: Alejandro Martín Sirkin
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